martes, 19 de enero de 2010

El Aikido Mexicano


Manuscrito No.3

Nuestro Aikido


La vertiente comercial que tomó el aikido mexicano, nuestro aikido, se inicia a partir de los primeros años de los años setenta, coincidiendo con el boom de las artes marciales proyectadas en la pantalla grande; interés y curiosidad mundial, en donde aparecen sus mejores exponentes. Personajes como Ed Parker, John Rhee, Bruce Lee, Mike Stone, Chuck Norris, Jun Chong, Joe Lewis, Bil Wallace, Dan Inosanto, Hirokazu Kanazawa, Benny Urquídez y Fumio Demura, en donde, por su parte, la cinematografía china explota el género al infinito.

En 1968, un poco antes de que se realizaran los Juegos Olímpicos en el país, un norteamericano llamado William S. Fouler, que llegó a la ciudad de México por un tiempo breve, dio algunas clases de aikido en los gimnasios del cordobés Daniel F. Hernández; sin embargo, en esa ocasión, ningún mexicano aprendió lo suficiente como para que se siguieran las prácticas de aikido, o no hubo el suficiente interés de seguir esta modalidad de lucha japonesa, totalmente desconocida en aquellos tiempos.

Iniciándose los años setenta, se empieza a oír que en el norte del país, especialmente en la ciudad de Monterrey, que Ricardo Sosa, está enseñando un nuevo arte marcial, en donde la mayoría de sus alumnos ostentas nociones de judo y karatedo. Este hecho casi coincide con el sucedido en el Distrito Federal, capital mexicana, donde el judoca, Miguel Moreno Segura, quien conocía al arte de Ueshiba desde la década de los sesenta, decide instalar el primer dojo formal en la ciudad para el público interesado. Ya para entonces, con la anuencia del hijo de Morihei Ueshiba, Kisshomaru Ueshiba, que en ese entonces fungía como presidente de la cede central del Aikikai en Tokio, inaugura el “Aiki dojo”, en la calle de Amores, de la colonia Del Valle, en donde posteriormente se conforma la Federación Mexicana de Aikido, A.C.

En 1976, la Federación Mexicana de Aikido es admitida por la Confederación Deportiva Mexicana (Codeme), y posteriormente por la Comisión Nacional del Deporte (Conade).

Ya para ese entonces, la primera generación de aikidocas mexicanos se estaba conformando en varios lugares del país Distrito Federal, Monterrey, Mexicali y Jalapa.

En esta década se asientan las bases, en términos organizativos, de lo que en los siguientes años sería el aikido en México, pues empiezan a proliferar las asociaciones, clubes y dojos, que en forma incipiente van conformando a sus instructores y alumnos; ganando terreno ante el interés del público por las artes marciales más exóticas y diferentes a las ya conocidas como el judo, karate, taekwando y ciertas modalidades de kungfu (choy li fut, wing chun y pakua chang). El aikido representó en la oferta marcial de aquel entonces, una alternativa completamente diferente y atractiva para muchos, dando oportunidad al público de acceder a una disciplina de no-agresión, de no-violencia, de conciliación, de armonía, salud y bienestar, y de una profunda y coherente espiritualidad.

Más adelante, en otros Manuscritos, seguiremos comentando reseñas y crónicas del desarrollo del aikido en estas tierras del toloache y del peyote.


Hasta la próxima


SD



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